jueves, 15 de enero de 2009

A veces

“La música es la aritmética de los sonidos, como la óptica es la geometría de la luz”
Claude Debussy

A veces es la luz de la Luna. A veces es la del Sol. Pero siempre hay una luz que lo ilumina. Y cuando no son ellas, son las luces medio fundidas de esa vieja biblioteca. Y cuando no son ellas, son las de sus ojos. Esos fogonazos ávidos de Verdad y que se disparan como las teclas de un melancólico piano tocado por el pianista del destino.

Amanece y anochece y las estrellas se funden con las nubes, a veces, para regalarle la intimidad que no encuentra en su soledad. La inesperada melodía inunda sus pulmones y recorre su circulación, virgen de miedos y ya resabiada de decepciones. Pero siempre abierta a la Esperanza. Siempre dispuesta a recibir el presente de una vida que ya está llegando a la meta y que por el camino no hizo sino tropezar una y otra vez.

Las horas, crueles asesinas de momentos, se deslizan por los surcos de su coraza, recordándole con su paso las gotas de rocío que ahogaron sus ilusiones, inundando el barco que le iba a llevar a Venus. Y Venus se quedó en la tierra. Pero, a veces, cierra los ojos, y puede recordarse a sí mismo recorriendo los montes de tan lejano planeta…

Cuando los abre, vuelve la viciada luz del atardecer a extenderse por su conciencia. Abre el libreto de la obra. El último acto, aunque a veces lo fue, ya no es una sorpresa para un lector como él. Sabe que se cerrará el telón de un momento a otro. Y que entonces las luces del mundo ya no lucirán. Ninguna. Ni la luz de la Luna. Ni la del Sol. No serán las de su querida y antigua biblioteca. Ni si quiera serán las de sus ojos.

Y entonces la última nota sonará.


15 de enero de 2009
Carlos S. Piñel Pérez
Director de PANACEA

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